"…Te digo que
ese sitio además de emocionarme me regalo una enorme paz, son de esas sensaciones que no puedes describir
solo con palabras... Solo
sabes que inicias el recorrido y al terminar
el mismo, tienes una sonrisa de oreja a oreja, una sensación de ligereza y la satisfacción
de haber recibido un regalo de la naturaleza para todos los sentidos".
Quiero hoy dejarles este relato de una
amiga de mi infancia que desde hace algunos años vive en Italia, país de
hermosos contrastes y lugares de ensueño que un día sueño conocer.
Por Ruth Stella Tovar
Ruth Stella Tovar |
Mi historia comienza en la localidad de Breda di Fregona, en un complejo
de grutas ubicadas allí, cerca de Vittorio Veneto al noreste de Italia cerca de
Venezia, constituidas por roca calcárea labrada por el torrente
Caglieron y la mano del hombre, pues desde el 1500 dc se usó como canteras para la
extracción de piedra arenisca
utilizada en la construcción de soporte para dinteles y estructuras de marcos, y que hoy en día, en época
de primavera y verano las familias aprovechan para sacar a los hijos a explorar
la naturaleza.
Esta zona
de Italia y en general el país es una bendición, pues en menos de nada estas a
un lado del mar o en llanura o en altiplanos o en montañas. Cada uno escoge lo
que más le va gustando de acuerdo a la distancia que desea recorrer. De hecho
era un lindo día pero muy caluroso y no queríamos que el sol nos "tostara".
Ese día
en particular, mi esposo nos dijo “bueno sé dónde podremos ir...” y en poco más
de 15 minutos llegamos al destino, una zona amplia y llena de una linda reserva
natural de bosques. Desde el mismo instante en que llegamos comencé a ver caras
felices, llenas de alegría, familias enteras que caminaban a lo largo de la vía
que conducía a la zona de ingreso.
El recorrido
lo iniciamos caminando por un sendero por algunas de las grutas, viendo como el
paso del agua a través del tiempo ha formado en las rocas espacios maravillosos
que hoy son posible recorrer gracias a unos puentes que permiten acceder a una franja
de cascaditas que refrescan el paisaje.
Repito, es
hermoso ver caras sonrientes, gente que se moja con la "ducha" de
agua natural que no puedes esquivar mientras caminas por los puentes, es
divertido. Me
impactó profundamente ver, que para los chiquitines era una cosa emocionante y
divertida, y para los abuelitos, bueno, un modo de vivir su tierra y recordar quizás
lo que ellos hacían en su niñez.
En el
proyecto de adecuación de las grutas, se percibe un excelente manejo con respeto
por la madre tierra, todo el sitio es maravillosamente limpio e impecable, es evidente
el deseo de mantener intacta la belleza del lugar por parte de los responsables
del lugar, así como de quienes lo visitamos.
Al final
del recorrido se puede acceder a un sitio de "refresco" cerca de un antiguo molino, actualmente remodelado y
destinado a la hostería, para quien quiera comer o beber algo ligero.
La
experiencia de "verdadera vida" se percibe desde un principio, pues la
tierra por la que se camina es clara, las rocas narran haber sido rasguñadas
por el paso del agua con lágrimas permanente y haber sufrido el vaivén por la
tierra, desnudándola, dejando ver en la roca los diferentes minerales que la han
coloreado en este paso por el tiempo.
Además el sol entra de manera sutil solo
en algunas partes, permitiendo que el ojo humano permanezca perfectamente
descansado en la mayor parte del recorrido, haciendo mucho más evidente la
posibilidad de percibir esa policromía que el lugar muestra.
Estoy
segura que en invierno esta experiencia puede que sea igualmente impactante pudiéndose
ver el agua que se filtra congelada, convertida en mágicas estalactitas en una atmósfera sugestiva. Pero eso será otra aventura.
INFORMACION UTIL:
Este espacio es para recorrer a pie y es apto para todas las edades. Se recomienda vestir ropa
deportiva.
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